Después de una fiesta salvaje y de dormir todo un dÃa, habéis despertado en una habitación desconocida. Un cadáver yace a vuestros pies y alguien llama violentamente a la puerta. No tenéis pulso; os han convertido en vampiros.
Cada vampiro dispone inicialmente de 10 puntos de Sangre (su máximo), de tres habilidades de su vida anterior y de una puntuación de Brutalidad a escoger entre 1 y 9. El Máster determinará cualquier limitación sobrenatural.
Para hacer algo brutal lanza 1d10, suma tu Brutalidad y tanta Sangre como quieras; intentas batir una dificultad entre 10 (brutalidades corrientes) y 30 (actos de brutalidad sobrenatural).
Para hacer cosas útiles y constructivas, lanza 1d10 e intenta superar tu Brutalidad. La Sangre no te va a servir para nada.
En cualquier caso, por cada habilidad que puedas aplicar lanza 1d10 adicional y quédate con el mayor.
Cada herida representa un -1 a tus tiradas de Brutalidad. Recupérate quemando Sangre. Beber 5 de Sangre de un humano basta para matarlo.
En cualquier momento puedes aumentar tu Brutalidad, pero al llegar a 10 perderás tu humanidad. No hay vuelta atrás, pero si sobrevives a esta primera noche quizá el resto de vampiros te acepte entre sus filas…